jueves, 17 de abril de 2014

¿Dónde fue a parar el tren que nunca cogimos?

Siempre hubo una excusa, un nuevo proyecto, otro camino diferente que tomar. Parecía que el momento y nuestros destinos se cruzaban con prisa para seguir cada uno por su lado. Los dos nos gustábamos de aquella manera tan extraña que, caminábamos por la vida intentando no mirar atrás, y quizá por eso andábamos casi siempre olvidándonos el uno del otro. El problema era que cuando la ocasión sucedía y nos encontrábamos, ninguno de los dos era capaz de olvidarse. Siempre tuve la esperanza de aquella vez en la que nos dijimos que quizá la vida algún día nos volvería a encontrar, y que sólo entonces, podría volver a disfrutar de tu sonrisa cuando cerrabas los ojos. Contigo me pasaba que nunca fue el momento, pero siempre supe que nunca lo sería, pues la imperfección de que no existen los momentos perfectos en la vida, no cambiaría jamás por que eras perfecta. Contigo me pasaba que quizá tuvimos miedo de estropear una conexión que se alimentaba mas allá de una relación formal. Tuvimos miedo de romper el encanto de una magia que solo podía existir escrita en el guión de una película ficticia. Creo que asumimos haber podido ser la pareja perfecta pidiéndonos el divorcio por adelantado. De esa manera se evitó ver el lado oscuro de una relación de amistad pura, sencilla y llena de optimismo... para qué estropearlo con etiquetas? Y nunca funcionaría y a la vez, podría durar toda una vida. Sinceramente, nunca hubiera puesto la mano en el fuego apostando por ello, pero es que estaba ya tan cansado y desengañado con creer en que dos personas pudieran estar tanto tiempo conectando.Y es que si me pongo a hacer memoria no podría decir con seguridad si llegaste a mi vida un verano del 96 o una primavera del 98, sólo se que cuando sucedió todo cambió de repente. No recordar cuando apareciste me supone recordar que nunca avisabas cuando te marchabas. Simplemente me acostumbraste a entender que nunca estarías mas tiempo del necesario en un mismo lugar. Eras como intentar atrapar un trocito de sol en el fondo del mar. La luz llegaría por un tiempo al menos, pero es innegable que en cualquier momento todo quedaría en oscuridad absoluta. Lo bonito era que mientras estabas, el lugar se inundaba de luz, pero esa luz no se puede atrapar y guardar en una cajita, esa era la triste realidad. Siempre imaginé un cuento de enamorados entre tu y yo, pero la desgracia es, que apenas soy capaz de recordar si alguna vez sucedió y fue real. Todo nos cogió en un momento tan difícil y tan fugaz que, creo que ninguno de los dos tuvimos oportunidad alguna de dejarnos llevar. Creo que todo sucedió en el momento que debía suceder pero, ninguno de los dos fue capaz de dejar de pensar. Ninguno de los dos tuvo el valor de echar a volar, y sin embargo fuimos capaces de tocar la locura con la punta de los dedos para despues salir corriendo asustados con miedo a lo que pudiera pasar después. Eso es lo único maravilloso que sucedió. Nos queríamos demasiado para matarnos suavemente el uno al otro. Y nos invadía una sensación de miedo a romper el encanto que existió en las puestas de sol, cigarros, botellas vacías en aquellas noches, y en definitiva, los pocos momentos que el uno para el otro nos permitimos compartir juntos. Y es que aunque quizá todo fuera un espejismo, no nos importaba. ¿Qué mas daba si todo aquello era fruto de mantener una relación en la distancia? ¿Que mas da si en definitiva funcionábamos tan bien así, por separado y contando las ocasiones en las que nos encontrábamos? Quizá nos estuvimos engañando el uno con el otro pensando que nuestra perfecta relación era tan perfecta que no se podía apreciar ni tocar... A veces era como imaginar el día y la noche. Siempre hay un breve instante en el que la noche sale a despedir al día y entonces el cielo se vuelve de colores ocres, rojizos, anaranjados y justo después el manto de la noche lo envuelve todo. Asi es como yo nos veo. Solo un pequeño espacio de tiempo se convierte en el momento mas bello del día, pero después nos decimos adiós y cada uno recoge velas hacia otro lejano lugar.
 Como diría la canción, ¿Dónde fue a parar el tren que nunca cogimos?

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